Intentarán Destruir
Cualquier Cosa
Que Difiera De Lo Suyo
Charles Bukowsky
Cualquier Cosa
Que Difiera De Lo Suyo
Charles Bukowsky
Jonás es un gordito, trabadito con problemas para hablar. Jonás se parece a Evo Morales con desordenes alimenticios. Adora usar camisas Christian Dior cerradas hasta el último botón convirtiéndolas en peligrosas armas caminantes capaces de trepanarles el cráneo a los asistentes de alguna reunión de negocios. Lleva vida de ejecutivo. Su tarjeta personal dice "Licenciado" pero nadie vio nunca su diploma. Toma numerosos vuelos y se aloja en hoteles caros, porque cree que eso lo salva de la mediocridad que corre por sus venas. Todas las noches cena Ensalada Caesar, que paga con viáticos, porque es signo de estatus.
Jonás no tiene amigos, pero siempre está lleno de gente a su alrededor, invariablemente más jóvenes que él, porque como buena garrapata se alimenta de la vitalidad de los demás. Cuando iba al colegio creía que todo el mundo lo amaba, pero solo hacía el ridículo y sus compañeros huían de él una vez que le tomaban la Coca en el recreo, como los niños no pueden esconder la crueldad le decían coquito porque era negrito y peludito; pero si fuese verde le hubiesen encontrado igual un calificativo despectivo.
Tiene problemas en diferenciar el trabajo de las gauchadas. No le gusta pedir favores, porque siempre se los sacan en cara. Sucede que llama favores a trabajo que los demás realizan para que él gane dinero. Y se molesta cuando le dicen cagador, porque el vuelto de los encargos que le hacen solo "se le olvida devolverlo". Sus "amigos" siempre lo "traicionan" pero no conoce el significado de la palabra "amistad".
No sabe bien porque se casó, repite a cada rato que con su esposa está todo bien pero que no la ama. Con la misma boca que por celular (porque deja la mitad de su sueldo a compañías de telefonía móvil) le dice "palomita", "bomboncito" sale cada noche a chupar conchas a los prostíbulos de Recoleta, únicos lugares donde le dicen "Señor" y llega rodeado de los amigos de turno, a quienes les paga la entrada y los tragos que toman. El historial de su browser registra toda una enciclopedia en pornografía y escorts que cuando trabaja en clientes no tiene reparos en visitar una y otra vez.
Jonás va a terminar sus días en un asilo perdido del Gran Buenos Aires atendido por enfermeras cómplices que se reirán de las barbaridades que el viejito les dice mientras le sostienen el papagayo, y festejan que mire libidinosamente como bañan a las viejitas del cuarto del lado.
6 comentarios:
a QuentinA por despreciar la mediocridad
Retrato perfecto, Kill. Aún me asusta recordar el botón del cuello de sus camisas a punto de explotar. Lethal Weapon.
Coquito se merece el final que tendrá, espero que las enfermeras lo desprecien y humillen hasta el último segundo de su patética existencia.
Deseo que el papagayo este forrado con papel de lijar.
Seh, muy buen retrato. Creo que casi puedo oler el tufillo a Fahrenheit, o a Carolina Hererra for Men que debe emanar en nubes a su alrededor.
Abrazo.
maravilloso retrato. conozco por lo menos dos coquitos. Uno es tan caricaturesco que hasta puede caer simpático. el otro ni siquiera. los dos son petisitos y hablan sólo de dinero y de poder. No se conocen entre ellos pero forman parte del mismo club que el tuyo.
será un especimen autóctono o se encontrará tambien en otras partes del mundo?
Uy dios, me deprimí con esto.
Pobre Jonás, no es saludable tomar numerosos vuelos. Divertida la ilustración.
Te invito a que conozcas otro tipo de mediocridad. Pasa por mi blog.
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